Primeramente tenemos que la
palabra "Papa", aparte de que no aparece en la Biblia, es incluso completamente
antibíblica, ya que su empleo está terminantemente prohibido por el mismo Señor
Jesús en el evangelio de Mateo 23:8, 9, donde el Señor, anticipando el
surgimiento de jerarquías entre sus dicípulos, les previene diciendo: Pero
vosotros no queráis que os llame Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el
Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la
tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.
El sentido de las palabras del
Señor en el versículo 9, cuando dice "no llaméis padre vuestro a nadie en
la tierra", se refiere obviamente a no llamarle a alguien
"padre" en el sentido espiritual. Pues el versículo 8 anterior se
está refiriendo precisamente a la prevención de jerarquías de índole espiritual
entre los cristianos.
La palabra latina Papa, que
significa "Gran Padre", tiene un trasfondo pagano religioso, como era
de esperarse. En la Roma pagana de la antigüedad existían una gran variedad de
cultos pertenecientes a diversos dioses, sin embargo, había un culto que
destacaba en importancia con respecto a los demás, este era el de la diosa Cíbele, la "Madre de los dioses". Su culto era antiquísimo, pues se
le ha rastreado incluso hasta el período Neolítico (edad de piedra), con una civilización
matriarcal asentada en la región de Catal Hüyük, cerca de la antigua ciudad de
Iconio. Cíbele vino a Roma desde Frigia (Asia) y los romanos la llamaban Magna
Mater, la Gran Madre.
La Gran Madre, por otro lado,
tenía también un consorte, cuyo nombre era...Papas,
que en el griego significa Gran padre. Este era el nombre antiguo en Asia del
consorte de Cíbele, pero los romanos después lo nombraron Attis (The Oriental
Religions in Román Paganism, Franz Cumont, 1911, p.48).
Aquí salta a la vista, no
obstante, una conexión muy evidente que resulta necesario mencionar. Es decir, Cíbele era la "Gran Madre" de los antiguos romanos, así como hoy en
día la Virgen María es la "Madre de todos" los católicos romanos. Y
Papas, el consorte o amante de Cibele, viene a ser ahora el Papa Romano. Porque
¿acaso no son los papas romanos los que promueven la idolatría de María? Y,
¿acaso no son ellos también los que la han deificado a través de sus dogmas,
como la Inmaculada concepción y la Ascención de su cuerpo sin sufrir
corrupción?.
Otro aspecto del origen y empleo
pagano de la palabra Papa, lo encontramos incluso en México. Pues vemos que
Fray Juan de Zumárraga -primer obispo y segundo inquisidor en México- mandó que
nunca se pronunciase ni en latín ni en castellano la palabra "Papa",
sino más bien Pontifex o Pontífice. Esto porque los indios acostumbraban
llamarle "Papas" a sus sacerdotes paganos, y se pretendía así evitar
la confusión (Apolegética historia de las Indias, Fray Bartolomé de las Casas, cap.
138, p.366).
La aparición del primer Papa, por
otro lado, no fue algo que sucedió de la noche a la mañana. Más bien implicó un
proceso de varios siglos a través de los cuales se fueron dando una serie de circunstancias
que propiciaron finalmente la aparición de esta figura tan nefasta.
Cuando los apóstoles estaban
todavía sobre la tierra, ellos establecieron obispos en las iglesias locales
que habían fundado. Y, el centro de la fe Cristiana, era obviamente la iglesia
en Jerusalén.Sin embargo, el martirio de Santiago (62 d.C.), pilar de esa
iglesia, y la destrucción total de Jerusalén por el emperador Tito (70 d.C.),
abrieron el camino después para el desarrollo de la iglesia en Roma.
El hecho que la iglesia en Roma
estuviese ubicada en la capital del imperio, le confirió inmensas ventajas con
respecto a otras iglesias también importantes, como ciertamente lo eran
Antioquía y Alejandría. Estas ventajas consistían, por ejemplo, en que la
iglesia en Roma podía intervenir ante las autoridades imperiales en favor de
las otras iglesias, o representándolas, por causa de tener contactos con el
gobierno. También, por su posición estratégica, empezó a prosperar económicamente
y adquirir prestigio eclesiástico. Como consecuencia, la posición del obispo de
la iglesia en Roma se consolidó y éste empezó a asumir la autoridad que le
confería el ser la cabeza de la iglesia Romana.
No obstante, todavía durante el
reinado de Constantino (313-337), cuando el Cristianismo ya se había convertido
en la religión oficial del imperio Romano, el obispo romano era todavía simplemente
un obispo más entre los obispos de las demás iglesias. Pues Constantino, como
ya vimos anteriormente, era Obispo de obispos, Pontifex Maximus, y Vicario de
Cristo. No fue sino hasta después de la muerte del emperador Constantino (337
d.C.) cuando los obispos romanos en forma tentativa- se atrevieron a empezar a
reclamar una posición de prestigio, influencia, y autoridad para sí mismos. Y,
las características doctrinas falsas respecto a la primacía del papado, empezaron
también a ser sistemáticamente formuladas.
La evidencia histórica muestra
que el incentivo básico que motivó al obispo de Roma -todavía no se llamaba
Papa- el empezar a formular sus "derechos" y primacía sobre otras
iglesias, fue el hecho que vio su posición amenazada por las ambiciones del
obispo de la "nueva Roma", es decir, Constantinopla.
Las ambiciones del obispo de la
"nueva Roma" salieron a la luz en el Concilio de Constantinopla (año
381), segundo concilio ecuménico, donde el entonces obispo de Roma, Dámaso I,
no fue invitado. A llí se decretó que el obispo de Constantinopla debía tener
el primer rango después del obispo de Roma, "porque Constantinopla es la
nueva Roma". El propósito era, sin duda, darle a Constantinopla una
posición en el imperio del Este que estuviese por encima de Antioquía y Alejandría;
y Roma, por supuesto, no sería afectada (The Chair ofPeter; A History of the
Papacv; F. Gontard, 1965, p. 116). Dámaso reaccionó inmediatamente, y en el año
382 un sínodo romano declaró -con obvia referencia a la decisión del año
previo- que la iglesia Romana debía su primacía no a los decretos de un sínodo,
sino a los poderes comisionados a Pedro por Cristo.
Roma era, según Dámaso, "la
primera Sede (silla o trono) del apóstol Pedro (Ibid.)" Dámaso también
añadió el término "apostólica" al nombre de la iglesia Romana; y, en
su afán de reclamar suprema autoridad espiritual para sí mismo, fue el primero
en apropiarse de las palabras dichas a Pedro por Cristo: "Tú eres Pedro y
sobre esta roca edificaré mi iglesia" (A Woman Rides the Beast, Dave Hunt,
1944, p.102).
Representaciones de Roma y
Constantinopla, ciudades rivales una vez dividido el imperio Romano Esta
afirmación de Dámaso, por cierto, no fue aprobada por dos supuestos grandes
teólogos católicos contemporáneos de Dámaso: "San" Agustín y
"San" Ambrosio. San Pedro, escribió Ambrosio, "tenía una
primacía de confesión, no de oficio; una primacía de fe, no de rango". Sin
embargo, los sucesores de Dámaso en Roma se aferraron neciamente, y, por
consecuencia, continuaron desarrollando las doctrinas que apoyaban la posición
"especial" del obispo de Roma. Esto de tal manera que el sucesor
inmediato de Dámaso, Siricio, fue el primero en llamarse "Papa", como
lo atestiguan los mismos historiadores católicos romanos en sus crónicas de los
papas. Sin duda, la intervención de Dámaso en la historia del desarrollo del
papado, jugó un papel muy importante. Pero no solamente por lo expuesto
anteriormente, sino también porque él fue el primer obispo romano en recibir el
nombramiento de Pontifex Maximus, Sumo Sacerdote de los Misterios Paganos,
veamos cómo sucedió:
Resulta que en el año 382 el
emperador Graciano ordenó que el Altar de Victoria una diosa patraña del
imperio- fuese destruido. Hasta ese entonces los senadores habían tomado el juramento
de lealtad al imperio sobre ese altar. Y, antes de empezar sus sesiones, cada
uno de ellos quemaba un grano de incienso sobre el altar. Cuando el Senado, que
en su mayoría era pagano, fue informado del edicto imperial, mandaron una
comitiva a Milán para que se entrevistara con Graciano.
La comitiva llevaba consigo la
túnica de Ponitfex Maximus, la cual
intentaban presentar al emperador. Y el emperador, por su parte, debía recibir
el título y la túnica, pues pensaban que el sentimiento amistoso así inducido
haría que el emperador cambiase de opinión. Sin embargo, el emperador terminó
rechazando la túnica y el título, afirmando que resultaba impropio para un
emperador cristiano (Gontard, op.cit., p.120).
Cuando el emperador Graciano
rechazó el título y rito de iniciación de Pontifex Maximus, que le correspondía
a él por causa de ser el emperador romano en turno, el puesto obviamente quedó vacante
y fue tomado entonces por el obispo romano Dámaso. Definitivamente alguien
tenía que ocupar la vacante, pues los paganos en el imperio Romano todavía eran
muchos en número, como lo atestigua el historiador Gibbon en su extensa obra
Decline and Fall of the Román Empire (1781, vol.V, cap. 28, p.87):
"La imagen y altar de
Victoria fueron removidos de la casa del Senado, pero el emperador dejó las estatuas
de los dioses que estaban expuestas a la vista del público; 424 templos todavía
permanecían para satisfacer la devoción de la gente, y por todas partes en Roma
la moral de los cristianos era ofendida por los olores de los sacrificios
idolátricos".
El obispo romano Dámaso, por otro
lado, duró poco tiempo oficiando como Pontifex Maximus. Ya que el emperador
Graciano rechazó el nombramiento en el año 382 y Dámaso murió en 384. Sin embargo,
es necesario hacer notar que esta transferencia del oficio de Pontifex Maximus del emperador a un obispo romano, resultó ser otra
estrategia genial de Satanás para completar lo que ya había iniciado con
Constantino, veamos a continuación los resultados que obtuvo: Había conseguido
que el obispo romano, en su afán de poder, consintiera en aceptar el puesto
vacante de Pontifex Maximus, Sumo Sacerdote de los Misterios Paganos; oficio
que, por causa de ir contra la moral cristiana, el mismo emperador había
rechazado.
De esta manera el obispo romano quedaba
completamente bajo su control y poder, como todos los demás Pontífices anteriores
habían estado. Una vez poseído por el diablo y saturado de energía satánica, el
obispo romano celosamente se encargó de introducir el Paganismo dentro de la
Iglesia. Los paganos, por otro lado, empezaron a ser aceptados en la Iglesia
sin cambiar sus creencias y prácticas; y, ante sus ojos, ahora el obispo romano
era el legítimo representante de su larga línea de Pontífices (The Two Babylons
or the Papal Worship, Alexander Hislop, 1916, p.252).
Ahora bien, por lo que respecta
al carácter moral de Dámaso, el testimonio histórico nos habla de un hombre
sumamente corrupto. Pues habiendo sido inicialmente diácono, y para conseguir posteriormente
el obispado de Roma, tuvo que disputárselo a otro diácono rival de nombre
Ursino. Ambos, Dámaso y Ursino, habían conseguido cada uno por su parte obispos
que los consagraran.Uno de estos obispos pertenecía a la ciudad de Tibur, y el
otro pertenecía al puerto de Ostia.Dámaso, que era español, llegó a acumular
bastante dinero, el cual obtenía hábilmente extrayéndolo de damas ricas. Con el
dinero así obtenido, contrató una banda de empleados de circo, entre los que se
encontraban luchadores, corredores de caballos, y otros hombres violentoscon
los que atacó a los seguidores de Ursino.
La batalla empezó en la calle,
después los seguidores de Ursino se encerraron en la recién construida basílica
de Santa María la Mayor, conocida como "Nuestra Señora de la Nieve".
La gente de Dámaso trepó al techo, hizo un agujero, y empezó a bombardear a los
ocupantes con tejas y piedras. Otros, mientras tanto, estaban atacando la
puerta principal. Cuando ésta cayó, se desarrolló una sangrienta lucha que se
prolongó por tres días. Al final, 137 cadáveres fueron removidos, todos
pertenecían a seguidores de Ursino (Vicars
of Christ: The Dark Side of the Papacy; Peter De Rosa, 1988, p.38).
Dámaso, una
vez habiendo obtenido la victoria sobre su rival, fue confirmado como obispo de
Roma en el año 366. Ursino, por su parte, no se había dado aún por vencido y
consiguió que Dámaso, ya como obispo de Roma, compareciese ante la corte imperial.
Se le acusaba de instigación al homicidio y de financiar y organizar una guerra
civil entre los cristianos de Roma. Dámaso se las arregló para que los testigos
de la parte contraria fuesen torturados, y, finalmente, fue absuelto. Ursino y
sus seguidores terminaron después siendo desterrados a la Galia (Francia).
El hecho que Dámaso y Ursino se
hubiesen peleado como perros por el "hueso" de obispo de Roma, era porque
evidentemente representaba una posición sumamente lucrativa. Cuando en una ocasión
un prefecto de Roma -el cual tenía muchos títulos paganos- fue confrontado por
Dámaso para que se convirtiese, el hombre respondió: "Por supuesto, si me
haces obispo de Roma" (Gontard, op.cit., p.l 13).
Un escritor de ese entonces, el
historiador Amiano Marcelino, sugirió que definitivamente se llevaba a cabo una
reñida competencia por esa posición tan lucrativa: "Porque una vez ganado
el puesto, el individuo puede disfrutar en paz una buena fortuna asegurada por
la generosidad de matronas; puede trasladarse en carruaje y vestirse con
magníficas ropas; y dar banquetes cuyo lujo supera el de la mesa del
emperador" (De Rosa, op.cit., p.39). Se podría decir que a partir de
Dámaso, los papas romanos empezaron a enriquecerse en gran manera y a poseer
grandes extensiones de tierra. Esto aunado al hecho que al cambiar Constantino la
capital del imperio al Este (Constantinopla), no quedó ningún emperador que
gobernase en el Oeste, creándose así un gran vacío político, administrativo, y
emocional. Vacío que el Papa estuvo más que dispuesto a llenar, convirtiéndose,
gradualmente, en la potencia más grande de Italia y de Europa Occidental, y lo
siguió siendo durante toda la Edad Media.
Aproximadamente sesenta años
después de Dámaso aparece el Papa León I (440-61), el cual ocupa un lugar
importante en la historia de los papas, pues llevó teóricamente la doctrina de
la primacía del papado lo más lejos posible. Este Papa consiguió que, por causa
de sus servicios diplomáticos prestados al imperio, el emperador romano
Valentiniano III confirmara finalmente la primacía del obispo de Roma sobre
todas las demás Sedes. Una vez logrado esto, León entonces proclamó que la
primacía de Roma -reconocida ahora políticamente- sería heredada por todos sus sucesores
(Gontard, op.cit., pp.137, 138). Además, fortaleció y exaltó su Sede en Roma refiriéndose
a sí mismo como "Pedro en la
silla de Pedro"; afirmó poseer plenitud
de poder (plenitudo potestaíis); y se consideraba incluso el "gobernador
del Universo".
León también fue el primer Papa
en adjudicarse, para su propia conveniencia, el texto bíblico deb Mateo 16:19
donde el Señor le entrega a Pedro las llaves del reino de los cielos y el poder
de atar ydesatar. Tal autoridad, no obstante, no fue conferida solamente a
Pedro, pues dos capítulos más adelante, en Mateo 18:18 el Señor da la misma
autoridad a todo el grupo de discípulos. Y después, en los versículos siguientes
19 y 20 del mismo capítulo, vemos que se extiende este derecho a todos los
creyentes.
Otra contribución principal de
León a la teoría del papado, consistió en hacer una distinción entre persona y
oficio. Es decir, él afirmaba que aunque un Papa fuese pecaminoso, esto no
afectaba el carácter Petrino del papado. Una distinción leonina que resultó de
gran ayuda después para los papas, pues así justificaron todo tipo de
inmoralidad entre ellos. Durante el reinado de León también se vio, por primera
vez, el nefasto primer ejemplo de interacción entre la Ley Canóniga y la
ejecución de la Ley Civil. Pues a todas las ordenanzas del Papa se les dio
fuerza legal, de tal manera que todo aquel que no se sometiera a la Iglesia, se
convertía entonces en un hereje; y, por lo tanto, sujeto al edicto de las leyes
de herejía del imperio (Ibid.).
La Iglesia Católico Romana, mas
no apostólica, pues no desciende de los apóstoles sino de los emperadores
romanos, formó su estructura en base al patrón organizativo del mismo imperio romano,
como puede apreciarse abajo en el dibujo: Después de la caída del imperio
Romano del Oeste, en el año 476, los papas asumieron el papel de los
emperadores y el "matrimonio" de la Iglesia con el mundo se consumó.
De ser perseguida, ahora la Iglesia se había convertido en el principal
persecutor, y no sólo en asuntos religiosos, sino también en cualquier forma de
libertad de conciencia, como más adelante veremos en otro capítulo. Peter De
Rosa, en su libro Vicars of Christ: The Dark Side of the Papacy (1980,p.34) describe esto elocuentemente:
"El tiempo no está lejos
cuando los sucesores de Pedro no serán los sirvientes sino los amos del mundo.
Se vestirán de púrpura como Nerón y se llamarán a si mismos Pontifex Maximus.
Se referirán al hombre pescador como 'el primer Papa', y apelarán no a la
autoridad del amor, sino al poder investido en él (Pedro) para actuar como
Nerón actuó. Desafiando a Jesús, los cristianos
harán a otros lo que les han hecho a ellos, y peor aún harán. La religión
que se enorgullecía de haber triunfado sobre la persecución por medio del
sufrimiento, se convertirá en la fe más perseguidora que el mundo ha visto.
Perseguirán incluso a la raza de la cual Pedro y Jesús provinieron. Ordenarán
en el nombre de Jesús que todos los que no estén de acuerdo con ellos sean
torturados, y algunas veces crucificados sobre fuego. Harán una alianza entre
el trono y el altar; e insistirán que el trono es el guardián del altar y
garantizador de la fe. Su idea será que el trono (el Estado) imponga su
religión en todos sus súbditos. Sin molestarles que Pedro mismo se opuso a tal
alianza y que por causa de ello murió. Tres siglos después que el apóstol murió
en la Colina del Vaticano, la Iglesia, a pesar de la persecución, creció en
fuerza hasta que vino el día en que fue tentada a echar su suerte con
César"
Actor de Holliwood
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